domingo, 27 de mayo de 2012

jueves, 17 de mayo de 2012


Proyecto de Ley de Economía Social


El Dip. Ricardo Rojas participó junto al Ministro de desarrollo Social, Alfredo Rodríguez del “2º Foro Nacional Hacia Otra Economía y del 5º Foro Regional de Economía Social de Mendoza”, el que se llevó a cabo por tres días en la Ciudad de Mendoza.

El legislador cuenta con una amplia trayectoria y conocimiento sobre el tema ya que fue el Director Provincial de Planeamiento donde creó la Dirección de Economía Social, y Presidente del Consorcio de Gestión Asociada para el Microcrédito donde fueron beneficiados más de 1500 emprendedores de toda la provincia.

Rojas se encuentra trabajando actualmente en un proyecto de Ley de Economía Social que prontamente presentará en la legislatura provincial. El mismo, tendrá distintos ejes pero los principales serán por un lado, Promover la inclusión social a través del trabajo y por otro el de Diseñar los marcos institucionales más adecuados para avanzar hacia otra economía centrada en el trabajo y la solidaridad.

“Dicho proyecto será muy beneficioso para todas aquellas personas que necesitan tener una alternativa laboral, ya que la economía social es un nuevo concepto de trabajo. Esta se entiende como el conjunto de prácticas, iniciativas y proyectos que promueven valores asociativos y comunitarios más allá de la obtención de ganancias económicas o materiales sino fundamentalmente, de rescatar saberes y capacidades de las personas”, aclaró el diputado.

Además, agregó el legislador, “nuestro proyecto se encuentra enmarcado dentro de una política pública que fuera anunciada por el Gobernador Jorge Sapag en el discursos de apertura de sesiones legislativas de éste año”.


martes, 8 de mayo de 2012


El 29 de Abril de 2012, el diario La Mañana Neuquén publicó una nota de opinión realizada por el dip. Ricardo Rojas, a continuación se transcribe el texto del mismo.

Recuperar la soberanía energética

Por RICARDO ROJAS *

Estoy plenamente de acuerdo con la expropiación del 51% de las acciones de YPF por razones de utilidad pública. Algo que jamás debimos haber perdido.

Para quienes abrazamos el ideario desarrollista, hace muchos años YPF era un emblema nacional, puesto que durante el gobierno de Arturo Frondizi (1958-62) se potenció la empresa estatal, la que en ese período duplicó la producción propia y, además, con la colaboración del capital privado mediante contratos de explotación, triplicó la producción total y obtuvo el autoabastecimiento petrolero, liberando al país de muy costosas importaciones de combustibles, situación a la que ahora hemos vuelto, pese a todas las advertencias al respecto anticipadas desde 1998.

Ya anciano, don Rogelio Frigerio advertía en 1991, frente a la privatización menemista, que al país le convenía mantener una YPF estatal como empresa testigo y hacer participar fuertemente al capital de riesgo, nacional y extranjero, en la exploración de nuestras cuantiosas reservas de petróleo y gas. Se hizo otra cosa bien distinta, prefiriéndose enajenar un patrimonio antes que preservar un instrumento de desarrollo.

Todo país que decida crecer y hacer desarrollar su industria debe tener garantizado su abastecimiento energético y ejercer el control sobre sus recursos, porque de otro modo ellos son manejados con la lógica de los negocios mundiales, sin vinculación con las necesidades locales. Esta es la forma de obtener una verdadera renta energética y afirmar la soberanía económica de una nación que construye su futuro.

Inversiones y responsabilidades
Es cierto que Repsol no invirtió lo que debía y prometía, y realizó enormes distribuciones de utilidades que generaron déficits enormes llegándose a endeudar su controlada YPF SA para distribuir “beneficios”. Por ello, estos antecedentes deben tenerse en cuenta al momento de fijar los valores de la expropiación, para evitar que resulte en un negocio para quienes no hicieron lo que correspondía dentro de la empresa y del propio gobierno.

Acá hay y hubo responsables tanto de la compañía, como de numerosos representantes políticos y dirigentes que avalaron decisiones contrarias a los intereses a nuestro país o simplemente miraron para otro lado. La reestatización de YPF no estaba en la agenda kirchnerista hasta hace relativamente poco y esto quizás explique la forma improvisada con que se ha llevado a cabo la expropiación del 51% de las acciones de YPF.


Pero no es tiempo de distraernos y buscar culpables, ya todos conocemos quiénes fueron e hicieron en cada momento, cuyas responsabilidades en todo caso deberán dirimirse donde corresponde. Solamente hace falta mirar los archivos digitales del pasado reciente para refrescarlo.


Hoy hay que situarse en la nueva realidad y buscar la mejor salida para la Argentina. El apoyo del Congreso al proyecto es irrefutable, ya es un hecho su aprobación. Y en este marco es plausible que la empresa mantenga la mayoría estatal y, siguiendo el modelo de Petrobras, continuar funcionando bajo la forma y las obligaciones de una sociedad anónima para garantizar transparencia y asegurar la necesaria eficiencia productiva, porque nada sería peor que convertirla en una empresa obesa e inepta.

Respecto a las inversiones extranjeras para que decidan acercarse a nuestro país, hará falta otorgarles previsibilidad y seguridad jurídica, pero bajo las reglas y la política que nuestro país dicte en materia de energía, no cometiendo nuevamente el error por un lado, de dejar hacer y deshacer sin el adecuado control por nuestra parte, ni por el otro, ahuyentar a los capitales exteriores con repentinas y cambiantes decisiones que perjudiquen y varíen las reglas de juego establecidas en un principio.

Desregulación
No debemos ocultar ni desvirtuar la realidad. La desregulación de la década de los 90 no se hizo en términos favorables para los intereses de Argentina. Quien diga lo contrario se equivoca o miente a sabiendas. Esto estuvo realizado en el marco de la reforma constitucional que reconoció la propiedad provincial de los recursos hidrocarburíferos.

A partir de allí, se les concedieron yacimientos ricos en hidrocarburos a compañías que no querían asumir grandes riesgos pues toda su operación, y aún la gran mayoría de la actual, se hizo y hace sobre las exploraciones llevadas a cabo por la entonces YPF pública. Que Neuquén haya sido elegida por esta empresa para concentrar su actividad no oculta el hecho de que en otras provincias directamente los españoles desinvirtieron.


Las empresas privadas en general, con algunas excepciones destacables, no invirtieron sus capitales en descubrir nuevos yacimientos, trabajaron en lo seguro usufructuando lo que ya estaba descubierto, permitiéndoles de esta manera obtener ganancias seguras. Esto llevó a disminuir nuestras reservas a proporciones nunca antes vistas.

Otro error que cometimos como país fue permitirles a estas empresas la propiedad y disponibilidad del crudo para exportarlo sin límites al mercado mundial y al mismo tiempo conceder la libre disponibilidad de divisas obtenidas por las ventas al exterior sin obligación de liquidarlas en el país, generando obviamente desabastecimiento interno y un verdadero vaciamiento al generarse así el deterioro brutal de nuestras disponibilidades hidrocarburíferas reales, lo cual nos lleva hoy a ser importadores netos de combustibles para abastecer nuestro mercado interno.

Ahora necesitamos tener una política energética seria como política de estado, porque se debe aplicar coherentemente a lo largo de muchos años, aunque cambien los partidos que se sucedan en el gobierno. Las inversiones y fondos necesarios para volver a alcanzar al autoabastecimiento sólo aparecerán con un horizonte muy claro de mediano y largo plazo. Nadie arriesga capital si no tiene una perspectiva de tener ganancias.

Desafíos
Ahora los desafíos son mayores que hace medio siglo, (cuando fue el gran aporte de la gestión Frondizi, con la inspiración y gestión cercana de Rogelio Frigerio, que propusieron el valioso objetivo de la energía abundante y barata), porque se han achicado proporcionalmente las reservas confirmadas, aunque las perspectivas son alentadoras con los yacimientos no convencionales, que requerirán ingentes recursos económicos, tecnológicos y mano de obra especializada para ponerlos realmente en producción.

Necesitamos, pues, una renacida YPF en un marco de grandes definiciones donde también tengan participación otros inversores, y el compromiso de toda la sociedad argentina de mantener en el tiempo una orientación fuertemente pro productiva.
*Diputado provincial del MID.